El ácido láctico proviene de la descomposición de glucosa cuando no hay presente oxígeno como sería el levantar pesas o correr a velocidad elevada, donde hay mucha intensidad y poca duración. En condiciones normales o cuando estamos entrenados, ese ácido láctico se reutiliza y no hay mayor problema.
Pero cuando seguimos con intensidad un ejercicio, el ácido láctico comenzará a acumularse al no darle tiempo al organismo a retirarlo. Esto provoca la acidificación de fibras musculares, que tiene dos consecuencias importantes:
- Se inhiben las enzimas encargadas de romper la molécula de glucosa para obtener energía y como sabemos, si no hay energía, no hay movimiento.
- Se impide que el calcio se una a las fibras musculares y consecuentemente se da la contracción.Por tanto, cuando hay mucho ácido láctico en el cuerpo, no tenemos ni energía ni capacidad para contraer los músculos, esto no es otra cosa que fatiga y lo mejor que podemos hacer es detener el ejercicio o actividad.
¿Cómo podemos evitar el ácido láctico?
- Con entrenamiento. A base de entrenar, el organismo despliega mecanismo adaptativos que hace que el ácido láctico no se acumule tan rápidamente y si comienza a hacerlo, el músculo lo soporte de forma más efectiva.
- Masajes deportivos. Mientras el cuerpo se adapta, puedes recibir masajes especializados cuyas maniobras liberan el ácido láctico de las articulaciones y ayuda a que tu cuerpo se sienta menos fatigado y menos adolorido. También son muy recomendados para antes y después de una competencia.